Todos sabemos en mayor o menor medida que es la Autoestima. Sin embargo muchas veces no somos conscientes de las situaciones que nos hacen mermarla.
En ocasiones culpamos a personas, al trabajo, a la sociedad de que estemos anímicamente decaídos y sin ilusión. Muchas veces es nuestra propia familia con la responsabilidad de los hijos, la hipoteca, los gastos cotidianos los que hacen que nos dejemos llevar y no pensar en nosotros mismos.
Todo ello hace que no nos queramos, que prioricemos a los demás antes que a nosotros mismos. ¿Cómo voy a pensar en mí, si tengo obligaciones que me esclavizan? Me comentaba Juan un hombre de 45 años, casado y con tres hijos. ¿Cómo quieres que me quiera y pueda hacer las cosas que me gustan si no tengo tiempo para mí? Cuando llego a casa después de trabajar, de aguantar malas contestaciones y siempre con el apremio de las prisas, llego cansado y claro mi mujer y mis hijos también necesitan de mí. ¿Cómo puedo cambiar esto sin abandonar mis obligaciones? Me comentaba con lágrimas en los ojos.
Juan es un hombre valiente, decidido, responsable y con un gran corazón. Siempre pendiente de agradar a los demás, hasta tal punto, que se olvidaba de él mismo.
Pudimos ayudarle a descubrir de dónde venía ese exceso de responsabilidad, ese querer agradar a todo el mundo. Fuimos al origen de esas emociones. Desde bien pequeño su padre le decía que para ser alguien en la vida has de esforzarte y que nadie te daría las cosas, ni regalaría nada. Si quieres algo tendrás que luchar por ello. Todos estos mensajes ayudaron a Juan a reforzar su capacidad de superación, sin embargo su padre, con el ánimo de ayudarle, lo comparaba una y otra vez con compañeros, familiares, personas que lograban lo que se proponían. El criterio mental que desde bien pequeño comenzó a forjarse en su interior, fue “Todos lo hacen mejor que yo”. Seguimos profundizando encontrando momentos en los que el padre siempre le estaba exigiendo mas, le decía “Tienes que ser el mejor, para que nadie te pise” comenzó a grabarse una creencia en su interior “Tengo que ser mas, para que mi padre este orgulloso de mi”, eso produjo el asumir cada vez mas cargas, mas responsabilidades. Y sobre todo el querer agradar para tener la aprobación de los demás.
Una vez Juan se dio cuenta de todo ello, pudo sentir que su padre no lo decía porque no lo quisiera, ni tampoco que no lo valorara. El veía su capacidad de lograr todo cuanto quisiera. Fue entonces cuando Juan empezó a hacer las cosas, no por los demás, ni por agradar, sino por él mismo. Empezó a disfrutar de lo que hacía, a reír y tomarse a las personas y situaciones con sentido del humor. Ya no tengo que demostrar nada, me decía. Mi padre siempre me ha querido y quería lo mejor para mí.
En ese instante Juan cambio. Ha día de hoy Juan es un hombre Alegre, Seguro de sí mismo y también responsable, pero es una responsabilidad diferente ya no lo hace para sentir la aprobación, sino porque le gusta lo que hace y los demás reconocen su labor.
Todo puede cambiar, sólo has de mirar hacia dentro, yendo al origen de esas emociones que te afectan. Con ayuda todo es más fácil. Quiérete!!!. Sé feliz, te lo mereces.