En alguna ocasión has sentido que no tienes ganas de proseguir. Que todo cuesta. Que es como subir una montaña que no se acaba nunca. Sentir que por más que haces nada cambia. Incluso vivir tu vida como una lucha. Y después de intentar lograr tus metas sientes que te cierren la puerta y piensas que no ha servido para nada.
Todas estas sensaciones son las que tenía Juan de 38 años. Llevaba un año y medio buscando trabajo. El paro estaba a punto de acabársele y el tiempo apremiaba. Un día llegó a nosotros pidiendo ayuda. Me decía, no puedo más, se me han quitado las ganas de seguir intentándolo. He picado a multitud de puertas. He tirado y enviado multitud de curriculums e incluso he hecho muchas entrevistas. Y siempre es igual, siempre acaba igual, todos me dicen… “ya le llamaremos”. Con cierta angustia me comenta que lo único que le queda es esperar que lo llamen. Cada día rezo para que lo hagan, me decía, emocionado y a la vez desanimado. Tengo mujer y un hijo que dependen de mí. Me siento inútil y que no les doy lo que se merecen.
Claramente afectado por esta situación, fuimos al origen de dicha apatía. Una creencia se repetía una y otra vez a lo largo de su vida “Por más que hago nada cambia” era algo que lo debilitaba y paralizaba al extremo de sentir que no merecía la pena moverse. Seguimos profundizando… hasta ir a su adolescencia donde intentaba superar sus metas y no lo conseguía. Sus padres no lo entendían y lo culpaban de sus malas notas. Y así en multitud de ocasiones, donde intentaba lograr sus propósitos y no lograba conseguirlos. Se iba repitiendo la misma palabra una y otra vez… “yo lo intentaba y no lo conseguía”.
Le ayudamos a que se diera cuenta que intentarlo no tenía la misma energía ni fuerza que “hacerlo y lograrlo”.
Juan le gustaba correr por las mañanas era su forma de parar su mente y liberar tensiones. Cuando corro me olvido de todo, me dice. Me centro en marcar mi tiempo y llegar a donde me he propuesto. Esto nos sirvió para que viera su vida como una carrera, una meta a lograr. A través de visualizaciones le ayudamos a salir a buscar trabajo, no a intentarlo sino con la energía de lograr su meta, su propósito.
Su actitud cambio, la fuerza de sus ojos cambio, todo el cambio. Mi trabajo me decía es “encontrar trabajo” esa es mi meta, ese es mi propósito y lo principal es que estoy en movimiento y me siento que estoy acercándome a mi objetivo. No tiro los curriculums, los entrego, me decía. Si me dicen que me llamarán, les digo que se den prisa que no voy a esperarme ya que tengo multitud de opciones por escoger.
Cambio la actitud, cambio su mirada, cambio la forma de expresar y todo ello le ayudo a llegar a su meta.
Hoy en día Juan trabaja con un equipo de personas que les apasiona lo que hacen y que tienen la fuerza, la seguridad y la confianza que ante la adversidad, solo queda una opción… motivarse, superarse y proseguir.
No importa los lugares que rechacen tu saber hacer. Sabes que hay un lugar para ti, unas personas que necesitan de tus cualidades y sobre todo…
Eres único, descubrir lo mejor que hay en ti, marca la diferencia.
Mereces la prosperidad y la felicidad en tu vida.
Confía, cree y siente que es posible.
Adelante, te lo mereces.